El, a veces invisible, impacto de las tecnologías de la información en el éxito del gobierno

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Fecha de publicación
5/12/22
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El, a veces invisible, impacto de las tecnologías de la información en el éxito del gobierno

Los datos se han convertido en uno de los recursos más valiosos de nuestro tiempo. Esta importancia de los datos es el último episodio en la larga transformación de una sociedad industrial a una sociedad de la información. En su monumental trilogía, La Era de la Información, Manuel Castells exploraba en 1996 cómo la información se ha vuelto central en los procesos de producción, distribución y consumo, transformando la forma y el funcionamiento de la economía, las empresas, las prácticas laborales y las ciudades. 

Sin embargo, una omisión importante en su análisis fueron los gobiernos. Castells no analizó cómo la información y las tecnologías para recolectarla, procesarla y darle sentido han transformado las organizaciones públicas. Ese análisis tuvo que esperar 10 años más, hasta que Patrick Dunleavy, Helen Margetts, Simon Bastow y Jane Tinkler publicaron su libro Digital Era Governance, en el que exploraron el papel de las tecnologías de la información (TI) en la administración pública. 

Según estos autores, las TI afectan a la gestión pública de varias formas:

  1. Los sistemas de información han permitido construir una memoria institucional basada en la organización sistemática de los archivos y la documentación de las decisiones tomadas, y que es una pieza fundamental en el funcionamiento de las burocracias modernas.
  2. Los departamentos de gestión de la tecnología han jugado un papel clave en el organigrama de las burocracias a lo largo de su historia.
  3. La importancia de controlar la información ha aumentado con la creciente complejidad del funcionamiento del gobierno, particularmente con la expansión de los gobiernos a áreas intensivas en conocimiento como la salud, la gestión ambiental o la educación.
  4. Muchas políticas dependen de sistemas de TI complejos. La mala experiencia de Healthcare.gov en los Estados Unidos mostró cómo el éxito o el fracaso de una política, en este caso el fracaso de una prioridad clave de la Administración Obama, puede depender de la capacidad de implementarla con instrumentos tecnológicos. 

La llegada de Internet hizo que la importancia de las TI para los gobiernos creciera exponencialmente. Las expectativas de los ciudadanos han cambiado. Dada su experiencia con las redes sociales y el comercio electrónico, los ciudadanos esperan interactuar con la administración pública y recibir servicios públicos a través de canales digitales con alta frecuencia y calidad. 

A pesar del rol clave que las tecnologías juegan para un buen funcionamiento del gobierno, a menudo los niveles políticos y los altos funcionarios no muestran excesivo interés ni dedican tiempo en entender cómo funcionan las TI, ni cómo pueden aprovecharlas mejor para conseguir objetivos públicos. Esta función queda relegada a departamentos sin visibilidad y con procesos a menudo altamente formalistas y rutinarios.

El alto costo de cambiar una tecnología una vez realizada una inversión (por ejemplo para un sistema operativo de un ministerio o un gobierno de una ciudad), provoca que las decisiones tecnológicas determinen también la capacidad para transformar y moldear estrategias organizativas. Esto genera además una importante dependencia de los gobiernos hacia los proveedores tecnológicos. Por eso el mercado y los modelos de compra pública para adquirir TI, son piezas clave en la relación TI-desempeño público. 

En su libro, Dunleavy y sus colegas analizaron las prácticas de contratación de TI de siete países (EE. UU., Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón y los Países Bajos), y concluyeron que los gobiernos que mejor aprovechaban las tecnologías para crear valor público: (1) tenían prácticas de adquisición competitivas, (2) contaban con un mercado de proveedores de tecnología poco concentrados y (3) habían invertido en sus capacidades internas de TI. De hecho, los países que más habían externalizado sus funciones de TI y debilitado sus capacidades internas - a menudo inspirados por los postulados de la Nueva Gestión Pública - eran los que peor parados salían del estudio.

Las lecciones de Digital Era Governance son fundamentales para cualquier persona interesada en entender el rol de la tecnología en el gobierno. En primer lugar, las infraestructuras para recopilar, procesar y utilizar la información determinan la organización y el funcionamiento de los gobiernos. Por eso, los gobiernos no pueden relegar la tecnología a un segundo plano, sino que tiene que ser elemento clave en su estrategia, su visión y su gestión. En segundo lugar, para conseguir generar valor público, los gobiernos deberán mejorar sus prácticas de adquisición de TI, fomentar un ecosistema diverso de proveedores tecnológicos e invertir en sus capacidades internas.  

Fernando Fernández-Monge es Senior Associate de la iniciativa Bloomberg-Harvard City Leadership y experto en innovación pública, gobernanza de datos y ciudades.

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